Fuente: EL Cronista
Una señal de alerta se encendió días atrás cuando México, con aval de la Unión Europea (UE) y otros países, se quejó ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) por la subvención que el gobierno argentino brinda a productos nacionales para la industria automotriz a través del Régimen de desarrollo y fortalecimiento del autopartismo, en vigencia desde diciembre pasado.
El reclamo fue presentado luego de que una nutrida delegación mexicana viniera en abril para renegociar el Acuerdo de Complementación Económica (ACE) 6, con el que el Gobierno ansía una quita gradual de aranceles en productos alimenticios, agrícolas y agroindustriales, y un mayor flujo de inversiones. Los mexicanos buscaron poner en la mesa el ACE 55, dedicado al rubro automotriz, pero los negociadores se negaron.
Los aztecas jugaron entonces una carta que el Gobierno no consideraba posible. De hecho, Producción y Cancillería trabajaron a contrarreloj para aplacar los efectos de la queja en la OMC, justo cuando el país se prepara para recibir, en diciembre y en calidad de anfitrión, la Cumbre Ministerial del organismo. Un avance de la causa resultaría, a la vista de otros países, como una contradicción del macrismo, que se empeña en mostrar "el regreso de la Argentina al mundo".
Ante el Comité de Acceso a los Mercados del organismo multilateral, México advirtió que la concesión de bonos de crédito fiscal a los productores locales "representa una restricción comercial que desfavorece a las autopartes de terceros países" y "origina subvaloración de precios en el mercado argentino". La UE, en tanto, pidió que el país "se abstenga de adoptar disposiciones que discriminen bienes importados con impuestos indirectos o con requerimientos de uso de productos locales". Ambas quejas fueron respaldadas por los Estados Unidos, Japón, Canadá y Turquía.
Ante la OMC, el Gobierno aseguró que el régimen quiere "transformar la estructura productiva de la industria automotriz en un esquema de mayor integración productiva a nivel mundial", que llevará a "mayores niveles de especialización" y, por ende, "un mayor flujo de comercio". También explicó a México que el beneficio no es retroactivo, por lo que las ventajas aplicarían sobre nuevos vehículos por producirse y no en el portfolio actual de las terminales.
Desde Producción indicaron que el régimen "cumple con todas las reglas del comercio internacional". Pero otra voz al tanto de la discusión reconoció que "casi todas las políticas de carácter sectorial pueden quedar en off side con el GATT".
Para que avance el proceso, México debe presentar pruebas del perjuicio económico. El Gobierno confía en que la discusión se enfríe en la mesa de negociación bilateral, y mientras tanto, cruza los dedos para que no surjan nuevos frentes. "La cumbre es un ingrediente para no permitir que el tema avance para nada", reconoció un secretario de Gobierno.